lunes, 17 de enero de 2011

Chrisssie Wellington...


Hoy me he acordado de ella.

El año pasado, la triatleta británica, tres veces ganadora en Kona (Hawai), record femenino de la prueba decidió no participar.

El día anterior a la prueba salio a entrenar y no se encontraba bien. No entrenó con la intensidad a la que estaba acostumbrada. Dice tuvo que tomar la decisión más dura de su vida.

Metió la bicicleta en boxes. Y allí quedó. No tomó la salida en la prueba.

Aunque no estemos a su nivel, estoy seguro que muchos sentimos en ocasiones esa sensación. En un simple entrenamiento nos sentimos como Chrissie.

Hoy mismo, yo lo he sentido. Después de las horas de bici de la mañana, al mediodía me tocaba nadar. Por molestias en la garganta hemos decidido posponer el entreno de piscina a mañana. A última hora tocaba correr. No tenía ganas. Pero sabía que si no iba, la sensación sería parecida a la que tuvo Chrissie al no tomar la salida en Kona. Al cabo de un rato he ido a correr.

He corrido como nunca, sin música, sin radio... disfrutando de correr. Corriendo rápido, sin pensar, bueno no, sí pensaba en algo. Pensaba en correr.

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