Ayer dejé la ropa preparada.
Sabía que saldría un buen día para la bici.
Incluso he dado vueltas en la cama, puede que de los nervios.
Estaba ilusionado.
Puede que haya sido por los tantos días de lluvia que me han impedido salir antes.
A las ocho ha sonado el despertador.
He desayunado zumo de naranja, café y queso.
Me pongo el traje largo y ya estoy listo.
En la bicicleta una cámara, la bomba, la cartera y el móvil.
Ah! Y el bidón de agua.
En el maillot dos geles y una barrita.
Empieza la marcha.
Al principio las pulsaciones se disparan, incluso más de lo común por la ilusión que me invade en cada pedalada.
En las primeras cuestas del bidegorri voy deprisa.
Se termina el bidegorri y toca coger la carretera.
No he sido el único que ha pensado salir hoy, adelanto a bastantes ciclistas.
Empieza una ligera subida a "El Arco".
Dos ciclistas delante. Me quedo a una distancia prudencial. Unos cuatro metros.
Veo que van en el plato pequeño.
Yo en el grande, voy bien.
Espero a la mitad de la subida y disparo el ataque. No me siguen.
Seguramente puede que hayan considerado inútil mi actitud.
Puede que por un momento haya sido un flipado.
También puede que hoy haya salido a divertirme y con ellos me aburría.
Quería provocarles para ver si alguno entraba en el juego.
El resto del camino voy solo.
Los km caen uno tras otro.
Hasta la mitad del recorrido.
Toca dar la vuelta.
Se termina la ilusión y empieza el cansancio.
Ya no estoy andando en bici, no me estaba alejando.
Ahora estoy volviendo a casa.
Cada pedalada va costando más.
Cae media barrita y se va terminando el agua.
Parece que el cuentakm avance muy despacio.
Una tras otra pedalada tras pedalada pienso en detenerme.
No puedo hacerlo, estoy muy lejos de casa, quiera o no tengo que volver.
Las subidas se hacen más duras que antes.
Cada ciclista que me encuentro parece inalcanzable.
Voy pasando por sitios conocidos.
El frontón, la rotonda, la parada de autobus...
Creo que no quedan más subidas.
Sí, queda una.
Y después vendrá el bidegorri que es en continua ascensión hasta su tramo final.
Entro en el bidegorri.
Me tomo un gel. Me irá bien.
La subida es lenta pero voy subiendo poco a poco.
Termina la subida.
Ahora es bajada.
Puedo descansar.
Con un ligero pedaleo llegaré a casa.
Aún no sé el qué.
Pero hoy lo he conseguido.
Sabía que saldría un buen día para la bici.
Incluso he dado vueltas en la cama, puede que de los nervios.
Estaba ilusionado.
Puede que haya sido por los tantos días de lluvia que me han impedido salir antes.
A las ocho ha sonado el despertador.
He desayunado zumo de naranja, café y queso.
Me pongo el traje largo y ya estoy listo.
En la bicicleta una cámara, la bomba, la cartera y el móvil.
Ah! Y el bidón de agua.
En el maillot dos geles y una barrita.
Empieza la marcha.
Al principio las pulsaciones se disparan, incluso más de lo común por la ilusión que me invade en cada pedalada.
En las primeras cuestas del bidegorri voy deprisa.
Se termina el bidegorri y toca coger la carretera.
No he sido el único que ha pensado salir hoy, adelanto a bastantes ciclistas.
Empieza una ligera subida a "El Arco".
Dos ciclistas delante. Me quedo a una distancia prudencial. Unos cuatro metros.
Veo que van en el plato pequeño.
Yo en el grande, voy bien.
Espero a la mitad de la subida y disparo el ataque. No me siguen.
Seguramente puede que hayan considerado inútil mi actitud.
Puede que por un momento haya sido un flipado.
También puede que hoy haya salido a divertirme y con ellos me aburría.
Quería provocarles para ver si alguno entraba en el juego.
El resto del camino voy solo.
Los km caen uno tras otro.
Hasta la mitad del recorrido.
Toca dar la vuelta.
Se termina la ilusión y empieza el cansancio.
Ya no estoy andando en bici, no me estaba alejando.
Ahora estoy volviendo a casa.
Cada pedalada va costando más.
Cae media barrita y se va terminando el agua.
Parece que el cuentakm avance muy despacio.
Una tras otra pedalada tras pedalada pienso en detenerme.
No puedo hacerlo, estoy muy lejos de casa, quiera o no tengo que volver.
Las subidas se hacen más duras que antes.
Cada ciclista que me encuentro parece inalcanzable.
Voy pasando por sitios conocidos.
El frontón, la rotonda, la parada de autobus...
Creo que no quedan más subidas.
Sí, queda una.
Y después vendrá el bidegorri que es en continua ascensión hasta su tramo final.
Entro en el bidegorri.
Me tomo un gel. Me irá bien.
La subida es lenta pero voy subiendo poco a poco.
Termina la subida.
Ahora es bajada.
Puedo descansar.
Con un ligero pedaleo llegaré a casa.
Aún no sé el qué.
Pero hoy lo he conseguido.
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