Érase una vez 12 monos encerrados en una jaula. Un día, un cuidador les tiró unos plátanos, y los monos fueron corriendo a por ellos como locos. Antes de que llegaran, los cuidadores, que eran unos graciosillos armados con mangueras de agua a presión, les dispersaron a manguerazos.
La misma escena se repetió día tras día durante un mes. Al final de ese mes, 10 de esos monos ya sabían que "correr a por los plátanos -> manguerazo". Pero otros dos no estaban tan espabilados, así que el siguiente día que los cuidadores echaron las bananas, cuando hicieron el amago de correr a por ellas, los otros 10 les pegaron una paliza para que aprendieran.
Unos días más tarde los 12 monos ya habían aprendido que no había que correr a por los plátanos si querías evitar el chapuzón o las represalias de tus compañeros.
Una semana más tarde los cuidadores sacaron al mono más antiguo, y metieron uno nuevo, que por supuesto no tenía ni idea del asunto.
Cuando los cuidadores volvieron a tirar los plátanos, el nuevo intentó ir como loco a por ellos, pero antes de que se diera cuenta estaba rodeado por otros 11 monos furiosos dándole palos.
A la semana ya había recibido suficientes palizas como para asociar "correr a por los plátanos -> paliza". Por supuesto, nadie se molestó en explicarle que la paliza tenía una razón educativa.
El mes siguiente la escena se repitió: los cuidadores cambiaron al mono más antiguo por uno nuevo, que invariablemente corrió a por los plátanos, y que a fuerza de palizas aprendió que "correr a por los plátanos -> paliza".
La escena se repitió mes a mes, y al final de ese año todos los monos que ocupaban la jaula sabían que "correr a por los plátanos -> paliza", pero ninguno de ellos sabía por qué tenían que pegarla.¡Y esto es la cultura corporativa!
miércoles, 4 de agosto de 2010
La fábula de los monos: manguerazos y hostias
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